jueves, 4 de diciembre de 2008

CONTRADICCIONES FUNDAMENTALES
DE
LA IGLESIA CATÓLICA
(XVI)

Antonio García Ninet
Doctor en Filosofía
16. La contradicción según la cual la jerarquía católica exalta la virginidad de María como un mérito especial, en cuanto tal valoración implica la correspondiente valoración negativa de la sexualidad humana, a pesar de que supuestamente ésta haya sido concebida por Dios, de acuerdo con su infinita sabiduría.
La Jerarquía Católica defiende la doctrina según la cual María, habiendo sido madre de Jesús, fue virgen “antes del parto, en el parto y después del parto”; es decir, que nunca mantuvo relaciones sexuales con su marido José ni con cualquier otro hombre, sino que dio a luz a Jesús, como único hijo, por obra y gracia del “Espíritu Santo”.
CRÍTICA: Se trata de una doctrina que de nuevo supone una tácita denigración de la sexualidad humana en cuanto supone que el hecho que María hubiese mantenido relaciones sexuales con José la habría hecho menos digna y menos santa, y en cuanto supone igualmente que el hecho de ser “virgen” implicaría un mérito especial frente al hecho de vivir de acuerdo con la satisfacción de sus naturales necesidades sexuales, a pesar de que tal satisfacción habría estado más de acuerdo con su naturaleza humana, ya que la motivación sexual es consustancial a dicha naturaleza.
Esta misma degradación de la sexualidad no sólo se muestra en relación con María, sino de forma general, en los planteamientos de Pablo de Tarso cuando escribió:
“A los solteros y a las viudas les digo que es bueno que permanezcan como yo. Pero si no pueden guardar continencia, que se casen. Es mejor casarse que abrasarse” ( ).
Utilizando tal criterio de pureza –tan alejado de lo natural-, la jerarquía católica igualmente hubiera podido exaltar una mayor pureza de María afirmando que nunca comió ni bebió ni meó ni defecó a lo largo de toda su vida. Pero del mismo modo que el comer, el beber, el mear o el defecar no tienen nada que ver con el etéreo concepto de “pureza”, por lo mismo tampoco lo tiene la hermosa y natural acción de follar libremente, dando satisfacción a la necesidad sexual que supuestamente el propio Dios habría implantado en el ser humano, necesidad gracias a la cual la humanidad cumple además con mayor fervor y júbilo el mandato bíblico “creced y multiplicaos”.
En cualquier caso, esta doctrina de la “virginidad” de María es absurda y contradictoria además con la defensa que en otras ocasiones realiza la jerarquía católica de lo natural, “lo que está de acuerdo con la naturaleza”, y es también una forma de antropomorfismo en cuanto considera que, para que Jesús pudiera ser considerado como hijo de Dios, no podía ser hijo de un padre y de una madre humanos, lo cual, por otra parte, no fue una doctrina exclusiva de la jerarquía católica sino propia también de otras religiones de aquellos oscuros tiempos en que diversos dioses también nacieron de una “virgen”.
Por otra parte, quienes escribieron los evangelios no tuvieron el menor reparo en contradecirse cuando, al tratar de demostrar la filiación divina de Jesús, se remontaron en su genealogía siguiendo la línea paterna, es decir, aceptando que José fue el auténtico padre de Jesús, hasta llegar a Dios, lo cual implicaba una visión natural nada negativa de las relaciones sexuales entre María y José, es decir, de la sexualidad en general. Pero, si con el fin de lograr que el linaje de Jesús fuera exclusivamente divino y no un híbrido se llegó a considerar que el padre humano sobraba, en tal caso habrían podido darse cuenta de que tampoco era necesaria la figura de una madre humana, y de que Dios mismo, creador del hombre, hubiera podido encarnarse directamente en un ser humano venido directamente desde el Cielo a la Tierra y habiendo nacido directamente de Dios Padre, al igual que Atenea había nacido de la cabeza de Zeus. Sin embargo, parece que la mentalidad de aquella época no alcanzó a imaginar esta posibilidad y por ello se consideró que Dios, para hacerse humano, debía nacer de una mujer, pero “virgen”. Parece, pues, que la interpretación que defendió la divinidad de Jesús, considerando que era hijo de una “virgen” y del propio Dios, no se relacionaba con una valoración negativa de la sexualidad sino con el deseo de presentar a esa “virgen” como ligada exclusivamente con la divinidad y no con ningún ser humano.
Además, los Evangelios aceptados por la jerarquía católica contradicen el dogma de la virginidad de María cuando afirman abiertamente que Jesús tuvo varios hermanos, tal como puede verse en diversos pasajes como los siguientes:
“¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llaman su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas entre nosotros?” ( )
Más adelante en este mismo evangelio se dice:
“Entonces se presentaron su madre y sus hermanos… Entonces le pasaron el aviso:
-Tu madre y tus hermanos están ahí y quieren verte.
Él les respondió:
-Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica” ( ).
Igualmente en el evangelio de Juan se dice:
-“Después, Jesús bajó a Cafarnaúm, acompañado de su madre, sus hermanos y sus discípulos, y se quedaron allí unos cuantos días” ( );
-“cuando ya estaba cerca de fiesta judía de las tiendas, sus hermanos le dijeron…” ( );
-“Sus hermanos hablaban así porque ni siquiera ellos creían en él” ( );
-“más tarde, cuando sus hermanos se habían marchado ya a la fiesta, fue también Jesús, pero de incógnito…” ( ).
Conviene señalar que en casi todos estos pasajes a la vez que se habla de los hermanos de Jesús se habla de su madre, lo cual es muy significativo a favor de la tesis que interpreta que el término que hace referencia a “hermanos o parientes”, en este caso se refiere de forma clara a hermanos en sentido estricto, siempre en compañía de la madre.
Por su parte en el evangelio erróneamente atribuido a Lucas se escribe:
“Mientras estaban en Belén le llegó a María el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo primogénito” ( );
es decir, se habla del hijo “primogénito” de María, lo cual sólo tiene sentido en cuanto presuponga la idea de que Jesús tuvo otros hermanos menores que él. Este detalle tiene su importancia como nueva réplica contra quienes pretenden que la palabra que aparece en otros textos traducida como “hermano” podría significar y haber sido utilizada simplemente como equivalente a “pariente” y no estrictamente como “hermano”, que es el significado claro con que se la utiliza.
En definitiva, el dogma de la virginidad de María no tiene nada que ver con la mentalidad ni con la intención de quienes escribieron los evangelios, supuestamente inspirados por el Espíritu Santo, y, como en tantas otras ocasiones, se observa cómo la jerarquía católica ha realizado sus propias contribuciones particulares, no teniendo escrúpulos a la hora de corregir en ocasiones y de contradecir en otras los textos supuestamente inspirados por el Espíritu Santo, según cuáles fueran sus intereses en los diversos momentos de la Historia.

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