viernes, 10 de junio de 2011

Yahvé y el dios católico

Antonio García Ninet
Doctor en Filosofía


Según los dirigentes católicos, su dios se identifica con Yahvé, el dios de los judíos del Antiguo Testamento, aunque los judíos no consideren que Yahvé tenga nada que ver con el dios cristiano, y se identifica igualmente con la figura de Jesús de Nazaret, de quien se ha tratado en otros momentos mostrando, sin necesidad de buscar más allá de los evangelios canónicos, que en ellos se niega en diversas ocasiones su identificación con el dios judío o con ningún otro, y en el Antiguo Testamento se afirma igualmente la existencia de otros dioses. Sin embargo, los dirigentes católicos se refieren a la Trinidad, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, que nunca había aparecido en el Antiguo Testamento, y rechazan la existencia de otros dioses, despreciando los textos bíblicos que dicen reconocer como canónicos.
Los dirigentes católicos proclaman que su dios es el único existente, aunque declaran por otra parte que es un trío, formado por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, de los que dicen que son iguales pero distintos, contradicción que, aunque no hay por dónde cogerla, ellos asumen considerándola simplemente como un “misterio”. A la vez, aceptan las doctrinas bíblicas, procurando silenciar o no enterarse de que en ellas se proclama en múltiples ocasiones la existencia de una multiplicidad de dioses y el carácter tribal del dios Yahvé, que es el dios protector de Israel, que destruye y mata a sus enemigos. Sin embargo, con el paso del tiempo se le llega a considerar superior a los demás dioses, “dios de los dioses”, y, finalmente, como dios único.
Los dirigentes de la organización católica proclaman de su dios que es amor infinito, olvidando o escondiendo la serie de fechorías criminales atribuidas a este dios en el Antiguo Testamento contra su propio pueblo y contra los enemigos de su pueblo, y el hecho de que se trata de un dios que, según el Nuevo Testamento y según la doctrina de los dirigentes católicos, condena al fuego eterno a la mayoría de seres humanos a quienes tanto ama.
1. Yahvé elige a Israel como su pueblo.
En efecto, Yahvé elige al pueblo de Israel como su pueblo, al que va a ayudar, a librar de sus enemigos y a darle un lugar en el que vivir –“la tierra prometida”- a cambio de su sumisión, amor y adoración, y, especialmente, a cambio de su fidelidad, de manera que no adore a otros dioses, acción que constituye la ofensa más grave a Yahvé, siendo la causa de los mayores castigos.
Las referencias del Antigo Testamento a la elección de Israel como pueblo de Yahvé aparecen en muchas ocasiones, como las siguientes:
“Os tomaré para que seáis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios; entonces conoceréis que yo soy el Señor, vuestro Dios, el que os libró de la opresión egipcia” .
En este texto se hace referencia a esa elección de Yahvé junto con la alusión a la salvación del pueblo de Israel de la dominación egipcia a que había estado sometido, que el propio Yahvé presenta como una acción muy especial que sirve para sellar una alianza con el pueblo de Israel. Dicha alianza implica para el pueblo de Israel la obligación de mantener su fidelidad, y para el propio Yahvé la promesa de seguir protegiéndole de sus enemigos y de darle un lugar seguro en el que asentarse, “la tierra prometida”, la tierra de Canaán, que efectivamente sería conquistada por el pueblo de Israel, matando a todos sus habitantes según las órdenes [?] de su dios, cuya voz no es otra en realidad que la de los sacerdotes que decían hablar en su nombre y trasmitir sus órdenes.
En otros momentos Yahvé, es decir, los sacerdotes de Israel, comunican a su pueblo que Yahvé siempre le protegerá como su pueblo con tal que le obedezca y mantenga su alianza, la cual, por otra parte, en ningún momento se había producido formalmente ni nadie la había pedido, y cuya explicación es muy sencilla si se entiende que quien comunicaba estos mensajes al pueblo de Israel no era Yahvé, que, como todos los dioses, era una simple invención de la fantasía humana, sino simplemente los sacerdotes que decían hablar en su nombre, ya que les resultaría mucho más fácil dominar a su pueblo si se presentaban como transmisores de mensajes divinos que si se presentaban sin la autoridad que emanaba de aquella supuesta divinidad tan extraordinaria, teniendo en cuenta además la credulidad tan natural de la especie humana. Y así, los sacerdotes, hablando supuestamente en nombre de Yahvé y en relación con esta supuesta “alianza” con Israel, decían a su pueblo:
- “si me obedecéis y guardáis mi alianza, vosotros seréis el pueblo de mi propiedad entre todos los pueblos” .
- “[Moisés les dijo] “si amáis al Señor vuestro Dios, seguís todos sus caminos y os adherís a él, el Señor expulsará ante vosotros a todas estas naciones, aunque sean más poderosas y fuertes que vosotros y os apoderaréis de sus posesiones. Los lugares que piséis con la planta de vuestro pie serán vuestros: desde el desierto hasta el Líbano, desde el río Éufrates hasta el mar Mediterráneo será territorio vuestro. Nadie podrá resistir ante vosotros. El Señor vuestro Dios sembrará delante de vosotros el pánico y el terror sobre toda la tierra en la que piséis, como os ha dicho” .
- “Habitaré en medio de los israelitas y seré su Dios” .
- “Perseguiré a vuestros enemigos, y éstos caerán a espada delante de vosotros” .
- “Viviré en medio de vosotros; seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo” .
- “Me decía [un hombre algo misterioso]:
-Hijo de hombre, éste es el lugar de mi trono, donde pongo las plantas de mis pies y donde habitaré para siempre en medio de los israelitas” .
- “El Señor tu Dios te ha elegido para ser su pueblo entre todos los pueblos de la tierra” ;
- “…así dice el Señor todopoderoso: Siento un amor profundo por Sión y me abraso de pasión por ella” .
- “…de todas las familias de la tierra sólo a vosotros os elegí” ;
El carácter exclusivo y excluyente de la alianza de Yahvé con el pueblo de Israel se muestra igualmente en muchas ocasiones, en las que queda absolutamente claro que Yahvé no es un dios universal, no es el único dios, sino sólo el dios de Israel, que siente su dolor como propio y que está siempre dispuesto a protegerle de sus enemigos, tal como se muestra en los textos siguientes:
- “Haré con ellos [con el pueblo de Israel] una alianza de paz, una alianza eterna […] Pondré en medio de ellos mi morada, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo” .
- “Porque así dice el Señor todopoderoso […]: “El que os toca a vosotros toca la niña de mis ojos”” .
- “¿Existe en la tierra un pueblo que sea como tu pueblo Israel, al que Dios mismo haya venido a rescatar para hacerlo su pueblo, para hacerlo famoso, para realizar en su favor grandes y terribles prodigios, expulsando a las naciones y a sus dioses delante de tu pueblo, a quien rescataste para ti de Egipto? Has consolidado a tu pueblo Israel y lo has hecho tu pueblo para siempre, y tú, Señor, te has convertido en su Dios” .
Tiene interés llamar la atención acerca de que el Jesús de los evangelios sigue viendo a Yahvé como un dios ligado exclusivamente al pueblo judío, hasta el punto de que, cuando una mujer no judía solicita su ayuda para que cure a su hija, Jesús le dice al principio que “no está bien” darle a ella lo que pertenece a su pueblo, y sólo después, admirado por su fe, Jesús le concede ese milagro :
“[Jesús] respondió:
-Dios me ha enviado sólo a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.
Pero ella fue, se postró ante Jesús y le suplicó:
-¡Señor, socórreme!
Él respondió:
-No está bien tomar el pan de los hijos para echárselo a los perrillos.
Ella replicó:
-Eso es cierto, Señor, pero también los perrillos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.
Entonces Jesús le dijo:
-¡Mujer, qué grande es tu fe! Que suceda lo que pides.
Y desde aquel momento quedó curada su hija” .
Un texto como éste, que demuestra el carácter particular y no universal de la supuesta misión de Jesús, debería ser suficiente para que la gente despertase de la serie de mentiras con que tradicionalmente ha sido engañada por los hechiceros, embaucadores, brujos y predicadores religiosos de todos los tiempos, pero los dirigentes católicos están tranquilos porque conocen la mentalidad de la masa y saben que es muy fácil embaucarla, a pesar de las contradicciones y aberraciones más absurdas con las que se la quiera adoctrinar.
Junto a estas promesas de protección a su pueblo, Yahvé –es decir, los sacerdotes judíos, ansiosos de dominio y de riquezas- ordena a su pueblo que no adore a otros dioses y le amenaza con castigos de indescriptible crueldad. Tales amenazas, evidentemente, no provienen de Yahvé sino de los sacerdotes judíos, que ya han aprendido a vivir del negocio de la religión y engañan al pueblo con la misma facilidad con que se le sigue engañando en la actualidad.
Como ejemplos de textos en que aparece esta exigencia así como la amenaza de Yahvé de castigarle con severidad en caso de infidelidad, pueden verse los siguientes:
a) “No tendrás otros dioses fuera de mí” .
b) “No profanéis la tierra que habitáis, en medio de la cual habito yo también, pues yo soy el Señor, que habito en medio de los hijos de Israel” .
Resulta especialmente llamativa la constante presencia de amenazas y de castigos reales tan llenos de crueldad como el del texto c, citado a continuación, en el que Yahvé muestra una brutalidad y un despotismo bestial, donde el castigo no se ciñe en exclusiva a matar a quienes le desobedecen, sino a matar también a su descendencia y a hacer que los padres lleguen a comerse a sus propios hijos. Una crueldad tan injusta y tan absurda no es propia de ningún dios y, evidentemente, son los sacerdotes judíos quienes están interesados en aterrorizar a su pueblo para tenerlo sometido y, para este fin, se sirven de Yahvé como hubieran podido servirse de cualquier otra amenaza fantástica pero igualmente horrible. Por su parte el texto d es más escueto y se limita a amenazar al pueblo con su desaparición en el caso de que no permanezcan fieles a Yahvé. Dicen así:
c) -“Si a pesar de todo esto no me obedecéis y seguís obstinados contra mí […] Comeréis la carne de vuestros hijos y de vuestras hijas […] amontonaré vuestros cadáveres sobre los cadáveres de vuestros ídolos y os detestaré […] os dispersaré entre las naciones y os perseguiré con la espada desenvainada” .
d) “Si rompéis la alianza que el Señor vuestro Dios hizo con vosotros, dando culto a otros dioses y postrándoos ante ellos, entonces se desatará la ira del Señor contra vosotros y muy pronto desapareceréis de esta tierra buena que él os ha dado”
e) “Así pues, respetad al Señor y servidle en todo con fidelidad; quitad de en medio de vosotros los dioses a los que sirvieron vuestros antepasados en Mesopotamia y en Egipto, y servid al Señor” .
Los sacerdotes parece que son conscientes de que todos aquellos dioses a los que también adoró el pueblo de Israel son simples invenciones humanas, pero en lugar de negar su existencia –que podría llevar al pueblo de Israel a dudar también acerca de la de su propio Dios-, simplemente exhortan al pueblo a que no les adoren porque Yahvé les ha salvado de la esclavitud en Egipto y han hecho un pacto con él de forma que sólo él debe ser su dios. Será más adelante, cuando Yahvé sea valorado como el dios más fuerte de todos los dioses, como “el dios de los dioses” y, finalmente, como el único Dios.
1.2. Amores que matan
Resulta asombroso y desconcertante que el agradecimiento de Israel a Yahvé, ese dios que los dirigentes católicos identifican también como su dios, se manifieste no sólo por el amor y por la ayuda que de él recibe sino también por haber matado a “los primogénitos de Egipto”, tal como se expresa en el siguiente texto de los Salmos:
“¡Aleluya!
Dad gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor.
Dad gracias al Dios de los dioses
porque es eterno su amor.
Dad gracias al Señor de los señores
porque es eterno su amor.
[……….]
Al que hirió [= mató] a los primogénitos de Egipto
porque es eterno su amor” .
En diversas ceremonias actuales católicas se siguen cantando algunos de esos Salmos, pero los dirigentes católicos se cuidan mucho de recordar el que dice: “Dad gracias […] al que hirió [= mató] a los primogénitos de Egipto porque es eterno su amor”, pues quizá temen que los católicos de base puedan preguntarse extrañados por la compatibilidad entre ese amor eterno y el hecho de que de modo indiscriminado y gratuito Yahvé matase a los primogénitos de Egipto, que ninguna culpa tenían de la actitud de su faraón, y respecto a los cuales la acción de Yahvé, el dios judío, no se caracterizó por una actuación justa ni por un amor especial sino por todo lo contrario. Y mucho más si se tiene en cuenta que el poder de Yahvé –al menos el supuesto poder de Yahvé- hubiera podido paralizar a los egipcios durante el tiempo suficiente para que los judíos abandonasen Egipto, sin necesidad de que nadie tuviera que morir. Pero, claro está, la imaginación de quienes escribieron esta parte de la Biblia no llegó todavía hasta el punto de suponer que el poder de su dios fuera tan absoluto que hubiera podido realizar una hazaña como ésa. Y, por otra parte, hay que asumir que el pobrecito Yahvé no podía saber nada de todo esto que sus sacerdotes escribieron acerca de sus supuestas y sanguinarias hazañas, pues para saberlo hubiera necesitado al menos existir. Así que, parafraseando a Stendhal, habría que decir que “la única excusa de Yahvé ante aquella serie de atrocidades que le atribuyeron era la de que no existía”.
2. La alianza de Yahvé con Israel
Por lo que se refiere a la alianza de Yahvé con el pueblo de Israel, hay que añadir que, si, por una parte, tiene su fundamento en su acción liberadora respecto a la esclavitud de su pueblo en Egipto, por otra, tuvo su continuidad en la promesa de Yahvé de darle una tierra en donde pudiera asentarse de manera definitiva, superando la serie de periodos de su historia de migraciones, esclavitud y destierro. Yahvé les alienta con la esperanza de “la tierra prometida”, pero, como en otros momentos, pone sus condiciones, que no son otras que las de la fidelidad y adoración, y sus amenazas, que son igualmente las de renegar y destruir a su pueblo si no se mantiene fiel a él y cae en la tentación de adorar a los dioses de los pueblos cuyas tierras les va a entregar:
“Cuando el Señor tu Dios haya aniquilado ante ti las naciones que vas a despojar; cuando las hayas despojado y habites en sus dominios, ten cuidado para no caer en la trampa siguiendo su ejemplo, una vez que ellas hayan desaparecido ante ti. No busques, pues, a sus dioses diciendo “Yo también voy a dar culto a los dioses a quienes esos pueblos daban culto”. No procederás así con el Señor tu Dios, ya que nada hay más odioso y abominable para el Señor que lo que hacían estos pueblos por sus dioses, pues incluso quemaban a sus hijos e hijas en honor de sus dioses” .
3. La existencia de otros dioses
Por lo que se refiere a la existencia de esos otros dioses son muchas las ocasiones en que ésta se afirma, tanto si es para advertir al pueblo de Israel de que no debe caer en la tentación de adorarlos, puesto que su dios es Yahvé, como si es para exaltar el poder de Yahvé por encima de todos ellos, tal como se muestra en los textos siguientes:
-“Jacob dijo a su familia y a todos los que estaban con él:
-Tirad los dioses extraños que tengáis” .
-“No invocarás el nombre de otros dioses; que no lo pronuncie tu boca” .
-“Yo os entregaré a los habitantes del país, y tú los echarás de tu presencia. No hagas pacto con ellos ni con sus dioses. No los dejes vivir en tu tierra, no sea que te inciten a pecar contra mí, dando culto a sus dioses; eso sería tu ruina” .
En estos textos se muestras de manera especial el interés de los sacerdotes hebreos en mantener la exclusiva del negocio religioso de su pueblo, frente a la posibilidad de la competencia de otras organizaciones sacerdotales otros dioses, es decir, de un negocio religioso sacerdotal ajeno al del monopolio tradicional de los sacerdotes de Yahvé.
-[Moisés dijo] “Y en efecto, ¿qué nación hay tan grande que tenga dioses tan cercanos a ella, como lo está el Señor nuestro Dios, siempre que lo invocamos?” .
Aquí Moisés acepta la existencia de otros dioses, sólo que más lejanos que Yahvé, lo cual es una forma de propaganda comparando la cercanía de Yahvé con la lejanía de los otros dioses, pero en cualquier caso la existencia de esos otros dioses no se pone en cuestión.
-“Destruye, pues, a todos los pueblos que el Señor tu dios va a entregarte; no tengas piedad de ellos, ni des culto a sus dioses, pues serían para ti una trampa” .
Aquí la salvaje destrucción de esos pueblos viene motivada de manera especial por el temor de los sacerdotes de Yahvé a que los judíos puedan “contaminarse” con las religiones de esos otros pueblos, es decir, dejar de estar sometidos a su autoridad. Ese mismo temor es el que se expresa en los textos siguientes, donde los sacerdotes amenazan al pueblo judío con sequías, hambre, esclavización y, en definitiva, con la muerte si dan culto a otros dioses distintos de Yahvé:
-“Pero tened cuidado, no os dejéis seducir ni os apartéis del Señor, sirviendo y dando culto a otros dioses. Si hacéis esto, el Señor se enfurecerá contra vosotros, cerrará los cielos y no habrá más lluvia; la tierra no dará fruto y vosotros pereceréis bien pronto en esa tierra que el Señor os da” .
-“Cuando el Señor tu Dios haya aniquilado ante ti las naciones que vas a despojar; cuando las hayas despojado y habites en sus dominios, ten cuidado para no caer en la trampa siguiendo su ejemplo, una vez que ellas hayan desaparecido ante ti. No busques, pues, a sus dioses diciendo “Yo también voy a dar culto a los dioses a quienes esos pueblos daban culto”. No procederás así con el Señor tu Dios, ya que nada hay más odioso y abominable para el Señor que lo que hacían estos pueblos por sus dioses, pues incluso quemaban a sus hijos e hijas en honor e sus dioses” .
-“Se prostituyeron ante otros dioses y los adoraron” .
-“Yo soy el Señor, vuestro Dios. No adoréis a los dioses de los amorreos, cuya tierra ocupáis” .
-“Los israelitas volvieron a ofender al Señor con su conducta; adoraron a Baal y Astarté, a los dioses de Aram, Sidon, Moab, de los amonitas y de los filisteos. Abandonaron al Señor y no le dieron culto. Entonces el Señor se encolerizó contra los israelitas y los entregó en poder de los filisteos y de los amonitas” .
-“El Señor les respondió:
-Cuando los egipcios, los amorreos, los amonitas, los filisteos […] os oprimían y clamasteis a mí, ¿no os salvé de ellos? Sin embargo, vosotros me habéis abandonado para dar culto a otros dioses. Por eso no os salvaré ya más. Id, invocad a los dioses que os habéis elegido. Que os salven ellos en la hora del peligro” .
El texto que sigue a continuación –así como otros que más adelante se citarán- es especialmente significativo porque en él se afirma de manera más explícita la existencia de otros dioses –en este caso, el dios Camos- que dan a sus respectivos pueblos aquello que poseen:
-“[Jefté envió emisarios al rey de los amonitas para decirle:] Fue el Señor Dios de Israel, el que expulsó a los amorreos ante su pueblo, Israel, ¿y pretendes tú ahora quitarle su posesión? ¿Acaso no posees tú todo lo que tu dios Camos te ha dado?” .
Es evidente que si Jefté considera que el dios Camos ha dado posesiones a los amonitas es porque igualmente considera que dicho dios existe.
En el texto que sigue se muestra de nuevo el interés de los sacerdotes en que el pueblo no adore a otro dioses, tanto por su propio afán de dominarlo a través de sus creencias en torno a Yahvé, cuyos designios ellos dicen interpretar, como posiblemente por su deseo de que el pueblo se mantenga unido:
- “Y Samuel dijo a todo el pueblo de Israel:
-Si queréis convertiros al Señor de todo corazón, quitad de entre vosotros los dioses y diosas extranjeros, volveos hacia el Señor y adoradlo sólo a él, y el Señor os librará de los filisteos” .
“[El Señor dijo] me han abandonado para dar culto a dioses extranjeros” .
En el texto que sigue se muestra de nuevo la obsesión de los sacerdotes de Yahvé por impedir que su pueblo adore a los dioses de la competencia, hasta el punto de que le amenaza con que Yahvé les destruirá por completo si caen en esa tentación:
“Pero si vosotros y vuestros hijos me abandonáis, y en lugar de cumplir las leyes y mandamientos que os he dado, dais culto a otros dioses y los adoráis, borraré a Israel de la tierra que les he dado” .
El texto siguiente tiene un interés especial, en primer lugar, porque en él se habla del rey Salomón, tan famoso por su sabiduría; en segundo lugar porque, a pesar de afirmarse en él que Yahvé se le había aparecido dos veces, sin embargo Salomón se atrevió a desobedecerle y a adorar a toda una multiplicidad de dioses de sus respectivas esposas –setecientas-, pues resulta realmente absurdo que alguien, a quien supuestamente se le hubiera aparecido el Dios verdadero con toda su grandeza y hubiese gozado del extraordinario privilegio de conocerle directamente y de ser plenamente consciente de que se trataba del auténtico Dios, fuera luego tan estúpido de ponerse a adorar a otros dioses, conociendo además la ferocidad de ese dios, que había castigado ya con la muerte y con atroces castigos a todo aquel que se hubiese atrevido a adorar a otros; y, en tercer lugar, porque resulta asombroso que, después de su incalificable osadía y desprecio a Yahvé, a continuación no cayese fulminado como les había sucedido a muchos otros por delitos incomparablemente más insignificantes. En este sentido conviene recordar que los sacerdotes habían amenazado al pueblo con la muerte en cuanto se atrevieran a adorar a otros dioses . ¿Por qué Yahvé no castigó a Salomón? Pues por la sencilla razón de que el pobrecito Yahvé no podía hacer nada, ya que para hacer algo es necesario al menos existir, pero allí quienes existían de verdad y estaban especialmente vivos eran los sacerdotes, que se atrevían a asesinar a cualquier miembro del pueblo de Israel que pudiera poner en peligro su negocio, pero que no osaron enfrentarse con el rey Salomón, de manera que en el Antiguo Testamento sólo se atrevieron a escribir del rey Salomón que su corazón “ya no perteneció al Señor, como el de su padre ” :
“cuando [el rey Salomón] se hizo viejo [sus esposas] desviaron hacia otros dioses su corazón, que ya no perteneció al Señor, como el de su padre David. Dio culto a Astarté, diosa de los sidonios, y a Moloc, el ídolo de los amonitas […] Otro tanto hizo para los dioses de todas sus mujeres extranjeras, que quemaban en ellos [en los altares] perfumes y ofrecían sacrificios a sus dioses. El Señor se irritó contra Salomón porque apartó su corazón del Señor, Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces, ordenándole que no fuese tras otros dioses, pero él no cumplió esta orden” .
3.1. Yahvé y su relación con los otros dioses
A lo largo de las citas que siguen se habla de Yahvé comparándolo con los otros dioses, viéndolo como dios de los dioses, pero afirmando de modo implícito pero claro la existencia de esos otros dioses, que tienen sus respectivas áreas de influencia en otros pueblos, pero cuyo poder es considerado por los sacerdotes judíos muy por debajo del poder de Yahvé, hasta el punto de que llegan a escribir que Yahvé ejerce como juez en medio de todos los dioses, que es el más grande de todos, que es padre de todos ellos y que los eliminará de la tierra, todo lo cual sólo podría tener algún sentido en la misma medida en que se aceptase la existencia de tales dioses, tal como se muestra nítidamente en los textos siguientes, pertenecientes en su casi totalidad al libro de los Salmos, valorado especialmente por los dirigentes de la secta católica para extraer determinados versículos y utilizarlos en sus cánticos y rituales:
- “El Señor será terrible contra ellos, eliminará a todos los dioses de la tierra” .
- “El Señor, el Dios de los dioses, habla y convoca a la tierra desde oriente a occidente” .
- “¿Qué dios es tan grande como nuestro Dios?” .
- “No tendrás un dios extraño, no adorarás a un dios extranjero” .
- “Dios se levanta en la asamblea divina, y ejerce como juez en medio de los dioses” ;
- “Os lo aseguro: “Aunque seáis dioses e hijos del Altísimo todos, moriréis como todos los hombres” .
- “Porque el Señor es un Dios grande, rey poderoso más que todos los dioses” .
- “¡Que se postren ante él todos los dioses!” .
- “Porque tú, Señor, eres […] mucho más excelso que todos los dioses”
- “Bien sé que el Señor es grande […] más que todos los dioses” .
3.2. Yahvé, dios de los dioses
Con el paso del tiempo y a medida que Israel fue haciéndose fuerte, la nueva situación tuvo su reflejo la actitud de los sacerdotes de Yahvé, que ya dejaron de ver a su dios como uno más entre el conjunto de los dioses, y lo consideraron como rey de todos los pueblos en cuanto todos estarían sometidos a Israel:
“¡Pueblos todos, aplaudid; aclamad a Dios con voces de júbilo! Porque el Señor […] es el rey de toda la tierra. Él nos somete los pueblos, y nos subyuga las naciones. Él escogió nuestra heredad, orgullo de Jacob, su amado” .
Al mismo tiempo, los sacerdotes judíos presentan a Yahvé como “dios de los dioses”, dioses cuya existencia no es negada sino afirmada a lo largo de muchos momentos del Antiguo Testamento, tal como luego se verá:
- “el Señor vuestro Dios es el Dios de los dioses y el Señor de los señores; el Dios grande, fuerte y temible” .
Esta idea de que Yahvé es el más poderoso de todos los dioses aparece de manera especial en el libro de los Salmos, en el que, cuando se dice de Yahvé que es “rey más poderoso que todos los dioses”, se está afirmando de manera explícita la existencia de tales dioses:
“Porque el Señor es un Dios grande, rey poderoso más que todos los dioses […] Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo” .
3.3. Yahvé, dios único.
Con el transcurso del tiempo, los sacerdotes judíos se atrevieron a llevar más lejos la exaltación de su dios Yahvé, hasta proclamarlo como Dios único y no sólo como Dios de los dioses:
“[Ezequías oró así:] -Señor, Dios de Israel, que te sientas sobre los querubines, tú eres el Dios de todos los reinos de la tierra, tú has hecho el cielo y la tierra […] Te suplico, Señor, Dios nuestro, que nos libres de su poder [= del poder de los reyes de Asiria], para que todos los reinos de la tierra sepan que tú, Señor, eres el único Dios” .
4. Los sacerdotes piden a Yahvé que no tenga piedad de los enemigos de su pueblo, deseando el castigo y la venganza contra ellos.
La idea de Dios como amor infinito que se extiende a toda la humanidad no cabe en la imaginación de los sacerdotes judíos, lo cual es contradictorio con la doctrina posterior que considera a Dios como amor infinito. Y así, en este sentido los sacerdotes judíos mediante sus Salmos piden a Yahvé que mate a sus enemigos:
“Despierta, ven a mi encuentro y mira, pues tú eres el Señor, Dios todopoderoso, Dios de Israel: levántate para castigar a todas esas gentes, no tengas piedad de los pérfidos traidores”
“Oh Dios, mátalos, para que mi pueblo no lo olvide; dispérsalos y humíllalos con tu poder, tú, Señor, que eres nuestro escudo”
“¡Aleluya!
Dad gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor.
Dad gracias al Dios de los dioses
porque es eterno su amor.
Dad gracias al Señor de los señores
porque es eterno su amor.
[……….]
Al que hirió [=mató] a los primogénitos de Egipto
Porque es eterno su amor”
En este último texto hay al menos dos aspectos a destacar: Se habla del “dios de los dioses”, luego, como ya se ha dicho, para el pueblo judío de aquella época hay otros dioses distintos a Yahvé. Pero lo más llamativo de este texto es que se haga referencia a la muerte enviada a los primogénitos de Egipto, que no eran culpables de la conducta de su faraón y al escritor de los Salmos le resulte tan natural considerar como una muestra del amor eterno de Yahvé la muerte de aquellos inocentes. Por ello, es una flagrante contradicción hablar del “amor eterno” de Yahvé cuando se está mencionando esta bárbara y cruel acción contra aquellos primogénitos para quienes su amor no fue precisamente extraordinario. La contradicción sólo se resuelve teniendo en cuenta que se está hablando de un dios tribal, el “Dios de Israel” y todavía no se habla de un Dios Universal que ame a todos los hombres, pues las ambiciones de los sacerdotes judíos son por el momento bastante limitadas y todavía tendrá que llegar Pablo de Tarso para convertir esa pequeña empresa religiosa en la peligrosa secta multinacional católica que tanto daño ha causado a lo largo de la historia y tanto poder y riquezas ha ido acumulando para sus dirigentes.
Hay otros salmos especialmente llamativos por el rencor, por el odio a los enemigos y por el deseo de venganza que expresan, aplicado incluso a los hijos de aquellos de quienes recibieron algún daño, y, desde luego, muy alejado de aquel amor a los enemigos que Jesús llegó a exigir a sus discípulos, al margen de que él tampoco actuase de manera especialmente coherente con tal exigencia en cuanto, al menos según los textos del Nuevo Testamento, condenó al fuego eterno a la mayor parte de la humanidad:
- “Capital de Babilonia, criminal, dichoso el que te pague el mal que nos has hecho, dichoso el que agarre a tus hijos y los estrelle contra la roca” ;
- “¡Ojalá, Dios mío, hicieras morir a los malvados, y se apartaran de mí los sanguinarios” ;
- “Lluevan sobre ellos [sobre los malvados] brasas encendidas,
que se hundan en el abismo y no vuelvan a salir” .
- “El Señor protege a todos los que lo aman, pero extermina a todos los malvados” .
- “[Los judíos] no exterminaron a los pueblos como el Señor les había ordenado, sino que se mezclaron con los paganos, y aprendieron sus prácticas: dieron culto a sus ídolos, que fueron la causa de su ruina, e inmolaron sus hijos e hijas a demonios. Derramaron sangre inocente, la sangre de sus hijos y sus hijas, que inmolaron a los ídolos de Canaán. […] Por eso el Señor se enfureció contra su pueblo y llegó a aborrecer su heredad […] Pero […] recordó su alianza con ellos, se arrepintió por su gran amor” .
- “Haz bien al humilde y no des al malvado; niégale el pan […] Que también el Altísimo odia a los pecadores y se venga del malvado”
- “Despierta tu furor, derrama tu ira, destruye al adversario, aniquila al enemigo […] Tu fuego vengador devore a los que queden, y perezcan los que oprimen a tu pueblo” .